lunes, 1 de marzo de 2010

DE CRISIS NADA, MONADA.


Vaya por delante que cuando vi a los lechuguinos de siempre anunciando por enésima vez una crisis, la primera ocurrencia fue: ¡A ver si es verdad de una puñetera vez! Sin embargo, relajado ese jovial anarquista que, por suerte, todos llevamos dentro, aparece el miedo y las peguntas.

Miedo a que sea una crisis de verdad, es decir, que la burguesía esté verdaderamente polarizada entorno a métodos de explotación del pueblo excluyentes entre si. En tal caso basta con ojear cualquier manual de historia para saber que va a pasar:
Primero. Feroz e indiscriminada represión de cualquier actitud progresista en ambos bandos.
Segundo. Igualmente en ambos bandos, masiva narcotización del pueblo a base de exaltaciones nacionalistas y/o racistas y/o religiosas y/o lo que haga falta sin reparar en gastos.
Y tercero. Una vez completamente borrachos, en ambos bandos naturalmente, se organiza militarmente a los pueblos enviándolos a matarse entre ellos.

La crisis se resuelve cuando uno de los pueblos cae exhausto. Acto seguido, ambas facciones de la burguesía se funden en un abrazo de reconciliación… Sobre el fangal de sangre y cadáveres que ellos mismos ha organizado.

Ahora es el jovial anarquista el que intenta relajarme, sacarme del angustiante agujero donde me ha metido la consulta a los manuales de historia. ¡Vamos! A buena hora te pones dramático, ¡cuando la visa no responde ni para una T-10! Aprovecha que no podrás salir por semana santa e intenta hacer algo, aunque sólo sea compartir la inquietud con los compañeros. Un buen arroz en Las Planas, como en los viejos tiempos ¿Te acuerdas? … Por otro lado, quizá tan solo se trate de una de esas crisis coyunturales que con unos millones de parados en Europa y unos cuantos millones más de muertos por la enfermedad y el hambre en las zonas más pobres se arregla… ¡Ya verás como en cuatro días te vuelve a funcionar la visa! Es en este punto que amordazo de nuevo a mi jovial anarquista y salgo corriendo a comprar alguna vulgata de ‘El Capital’. Todo ello intentando desesperadamente no caer en una espiral que de con mis huesos en el psiquiátrico.

Por el camino me proveo de cuanta documentación hallo en el quiosco sobre la crisis de los … Una vez de regreso me meto en internet y aún consigo mucha más información sobre el tema. Con todo impreso y ordenado sobre mi escritorio, dispuesto para la concienzuda lectura que, si mas no, cuando menos aportará alguna lucecita orientativa entre tanta tiniebla, oigo la risa sofocada por la mordaza del jovial anarquista. No le hago ni caso.

Las tesis más oficiales sobre el origen de la crisis las encuentro casi todas en la información de los quioscos. La más recurrida dice algo así: ‘Unos banqueros muy malos y muy sinvergüenzas abusaron del sistema guiados por su irrefrenable codicia’. ¡Alucinante! ¿Existen banqueros que no estén guiados por irrefrenable codicia? Corren teorías de todos los colores. Una muy buena: ‘La culpa es de los desgraciados que firmaban hipotecas sabiendo que no las podían pagar.’ Le suelto la mordaza al jovial anarquista para que, por lo menos, ría abiertamente.

Pero cuando mi equilibrio mental vuelve a tambalearse, es al llegar a las soluciones dadas por la mayoría de gobiernos: Como los banqueros son tan malos y sinvergüenzas les damos unos miles de millones de euros y… ¡todo arreglado! Menos mal, pienso con cierto alivio, que por lo menos van a corregir los órganos de control financiero internacional… ¿Quiénes son los socios fundadores y dueños absolutos de esos órganos de control? Me pregunta con jovial sorna el jovial anarquista. Los banqueros malos y sinvergüenzas precisamente.

Entre la documentación bajada de internet, además de todo lo visto en los medios impresos, encuentro cosas que por lo menos parecen tener una cierta lógica: ‘Descontado de la riqueza total de un país el costo del trabajo, es decir los sueldos de los trabajadores, obtenemos el plusvalor. Sí, por otro lado, sumamos al coste del trabajo el coste de los recursos técnicos, utilizando el resultado como divisor del plusvalor, obtenemos la tasa de ganancia. Pues bien, debido a que los costes de los recursos técnicos son cada vez más altos, hasta comerse lo que ahorran en sueldos, la tasa de ganancia es cada vez mas baja’. Frente a semejante trabalenguas abro la vulgata de ‘El Capital’ como quien se agarra a un salvavidas en medio de la tormenta.

Tal como me ocurrió hace treinta años todo lo que alcanzo a entender es que, efectivamente, de ‘crisis nada, monada’, todo lo contrario, lo que está pasando es la demostración de que el invento les funciona a las mil maravillas: Cuando necesitan riqueza nos dan trabajo que, tal y como deja claro ‘El Capital’, es la única fuente de riqueza. Cuando ya están hasta las orejas de dinero, no tiene sentido producir más riqueza y, en consecuencia, les sobramos, sólo les suponemos gastos. Es entonces cuando nos montan las crisis, como quien, harto ya de tanta miel, arroja los paneles al vertedero.

¿Y para esto necesitabas todo ese jolgorio de papeles, datos y declaraciones…? Eso ya lo decían nuestros abuelos y no sabían leer. El jovial anarquista ya no ríe, tan solo permanece a mi lado, ambos con la misma cara de imbécil que se le queda a uno cuando se percata de que ¡te la han vuelto a meter!

Juanma.

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