Vaya por delante que cuando vi a los lechuguinos de siempre anunciando por enésima vez una crisis, la primera ocurrencia fue: ¡A ver si es verdad de una puñetera vez! Sin embargo, relajado ese jovial anarquista que, por suerte, todos llevamos dentro, aparece el miedo y las peguntas.
Miedo a que sea una
crisis de verdad, es decir, que la burguesía esté verdaderamente
polarizada entorno a métodos de explotación del pueblo excluyentes
entre si. En tal caso basta con ojear cualquier manual de historia
para saber que va a pasar:
Primero. Feroz e
indiscriminada represión de cualquier actitud progresista en ambos
bandos.
Segundo. Igualmente en
ambos bandos, masiva narcotización del pueblo a base de exaltaciones
nacionalistas y/o racistas y/o religiosas y/o lo que haga falta sin
reparar en gastos.
Y tercero. Una vez
completamente borrachos, en ambos bandos naturalmente, se organiza
militarmente a los pueblos enviándolos a matarse entre ellos.
La crisis se resuelve
cuando uno de los pueblos cae exhausto. Acto seguido, ambas facciones
de la burguesía se funden en un abrazo de reconciliación… Sobre
el fangal de sangre y cadáveres que ellos mismos ha organizado.
Ahora es el jovial
anarquista el que intenta relajarme, sacarme del angustiante agujero
donde me ha metido la consulta a los manuales de historia. ¡Vamos! A
buena hora te pones dramático, ¡cuando la visa no responde ni para
una T-10! Aprovecha que no podrás salir por semana santa e intenta
hacer algo, aunque sólo sea compartir la inquietud con los
compañeros. Un buen arroz en Las Planas, como en los viejos tiempos
¿Te acuerdas? … Por otro lado, quizá tan solo se trate de una de
esas crisis coyunturales que con unos millones de parados en Europa y
unos cuantos millones más de muertos por la enfermedad y el hambre
en las zonas más pobres se arregla… ¡Ya verás como en cuatro
días te vuelve a funcionar la visa! Es en este punto que amordazo de
nuevo a mi jovial anarquista y salgo corriendo a comprar alguna
vulgata de ‘El Capital’. Todo ello intentando desesperadamente no
caer en una espiral que de con mis huesos en el psiquiátrico.
Por el camino me proveo
de cuanta documentación hallo en el quiosco sobre la crisis de los …
Una vez de regreso me meto en internet y aún consigo mucha más
información sobre el tema. Con todo impreso y ordenado sobre mi
escritorio, dispuesto para la concienzuda lectura que, si mas no,
cuando menos aportará alguna lucecita orientativa entre tanta
tiniebla, oigo la risa sofocada por la mordaza del jovial anarquista.
No le hago ni caso.
Las tesis más oficiales
sobre el origen de la crisis las encuentro casi todas en la
información de los quioscos. La más recurrida dice algo así: ‘Unos
banqueros muy malos y muy sinvergüenzas abusaron del sistema guiados
por su irrefrenable codicia’. ¡Alucinante! ¿Existen banqueros que
no estén guiados por irrefrenable codicia? Corren teorías de todos
los colores. Una muy buena: ‘La culpa es de los desgraciados que
firmaban hipotecas sabiendo que no las podían pagar.’ Le suelto la
mordaza al jovial anarquista para que, por lo menos, ría
abiertamente.
Pero cuando mi equilibrio
mental vuelve a tambalearse, es al llegar a las soluciones dadas por
la mayoría de gobiernos: Como los banqueros son tan malos y
sinvergüenzas les damos unos miles de millones de euros y… ¡todo
arreglado! Menos mal, pienso con cierto alivio, que por lo menos van
a corregir los órganos de control financiero internacional…
¿Quiénes son los socios fundadores y dueños absolutos de esos
órganos de control? Me pregunta con jovial sorna el jovial
anarquista. Los banqueros malos y sinvergüenzas precisamente.
Entre la documentación
bajada de internet, además de todo lo visto en los medios impresos,
encuentro cosas que por lo menos parecen tener una cierta lógica:
‘Descontado de la riqueza total de un país el costo del trabajo,
es decir los sueldos de los trabajadores, obtenemos el plusvalor.
Sí, por otro lado, sumamos al coste del trabajo el coste de los
recursos técnicos, utilizando el resultado como divisor del
plusvalor, obtenemos la tasa de ganancia. Pues bien, debido a que los
costes de los recursos técnicos son cada vez más altos, hasta
comerse lo que ahorran en sueldos, la tasa de ganancia es cada vez
mas baja’. Frente a semejante trabalenguas abro la vulgata de ‘El
Capital’ como quien se agarra a un salvavidas en medio de la
tormenta.
Tal como me ocurrió hace
treinta años todo lo que alcanzo a entender es que, efectivamente,
de ‘crisis nada, monada’, todo lo contrario, lo que está pasando
es la demostración de que el invento les funciona a las mil
maravillas: Cuando necesitan riqueza nos dan trabajo que, tal y como
deja claro ‘El Capital’, es la única fuente de riqueza. Cuando
ya están hasta las orejas de dinero, no tiene sentido producir más
riqueza y, en consecuencia, les sobramos, sólo les suponemos gastos.
Es entonces cuando nos montan las crisis, como quien, harto ya de
tanta miel, arroja los paneles al vertedero.
¿Y para esto necesitabas
todo ese jolgorio de papeles, datos y declaraciones…? Eso ya lo
decían nuestros abuelos y no sabían leer. El jovial anarquista ya
no ríe, tan solo permanece a mi lado, ambos con la misma cara de
imbécil que se le queda a uno cuando se percata de que ¡te la han
vuelto a meter!
Juanma.
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